La teología del reemplazo, aunque no ejerce violencia física, constituye una forma de violencia teológica o simbólica contra el pueblo de Israel, al buscar eliminar su rol como pueblo de Dios en el plan redentor. También conocida como supersesionismo, esta doctrina afirma que:
• Los gentiles han reemplazado a Israel como el pueblo elegido de Dios.
Esta idea no era sostenida por los emisarios (apóstoles), pero empezó a desarrollarse con fuerza en la Iglesia gentil post-apostólica, especialmente en los siglos II–IV.
Aunque no busca eliminar físicamente al pueblo judío como lo hicieron ideologías antisemitas posteriores, la teología del reemplazo:
• Niega la vigencia de la identidad de Israel como pueblo del pacto (contrario a lo que Pablo afirma en Romanos 11:1–2: «¿Ha desechado Dios a su pueblo? ¡De ninguna manera!»).
• Desconecta a Israel del Mesías que vino de Israel (Romanos 9:4–5). "No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la Casa de Israel" (Mateo 10)
• Silencia el rol futuro de Israel (p. ej., Romanos 11:25–29, afirma claramente que Dios tiene un propósito futuro para Israel). Zacarías 12, p. ej. indica que los judíos moradores de Jerusalém creerán en el Mesías.
• Declara obsoleta la fidelidad de Dios a las promesas patriarcales (lo cual implica que Dios no cumple sus pactos eternos).
Todo esto equivale a una forma de eliminación teológica o simbólica de Israel como entidad del plan divino.
El objetivo del terrorismo es eliminar o suprimir la identidad de un grupo por medio del miedo, la deshumanización o la deslegitimación. En el caso de la teología del reemplazo, el “arma” es la interpretación teológica, y el “blanco” es la identidad de Israel como pueblo de Dios.
Se trata de una violencia simbólica encubierta en lenguaje religioso. Aunque no mata el cuerpo, la teología del reemplazo atenta contra la existencia espiritual y la memoria identitaria de Israel como pueblo del pacto, haciendo de ella una forma de “terrorismo teológico”, una agresión simbólica con impacto profundo y duradero.
La Escritura, especialmente en palabras de Shaúl (Pablo), rechaza explícitamente la idea de que Dios haya reemplazado a Israel:
Romanos 11:
«¿Ha desechado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo!» (v.1)
«Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios» (v.29). «No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.» (v.21)
Pablo presenta un modelo de injerto (no reemplazo):
Los gentiles son injertados en el olivo de Israel.
El árbol sigue siendo Israel, y los creyentes gentiles participan por gracia, no porque Israel fue desechado.
La teología del reemplazo, aunque no violenta en términos físicos, actúa como una forma de “aniquilación teológica” del pueblo de Israel, al negar su identidad, su continuidad en el pacto, y su lugar dentro del plan divino. La teología del reemplazo, aunque no violenta en el plano físico, puede describirse como una forma de terrorismo espiritual, pues despoja a Israel de su identidad como pueblo del pacto y lo elimina del relato de la redención divina. Es una agresión teológica con consecuencias históricas devastadoras.
¡Bendito Yeshúa el Mesías el Rey de Israel!